Desde hace cinco meses, los bandos se turnan para subir la temperatura del conflicto. Y cada réplica es más cruenta. El enfrentamiento entre el Gobierno provincial y el gremio La Bancaria, comparable con una olla a presión, llegó el jueves a su máximo punto de ebullición hasta el momento. La controversia derivó en enfrentamientos callejeros en pleno microcentro y en un escrache contra el interventor de la Caja Popular de Ahorros, Armando "Cacho" Cortalezzi. Durante casi cuatro horas, la tensión fue protagonista en el escenario de 25 de Mayo y Mendoza.
Golpes y un escrache
A poco del mediodía se desencadenó la serie de hechos violentos. El disparador fue un brutal ataque a miembros del sindicato de bancarios que repartían volantes contra Cortalezzi y contra LA GACETA por locales y galerías del microcentro. Ojos morados, contusiones y un tabique roto fue el resultado de una golpiza que les habrían propinado dentro de una panchería y en plena vía pública a Jorge Alberto Garay y Héctor Javier Díaz. Según La Bancaria, parte de los agresores habrían salido de la Casa de Gobierno y parte, habrían bajado de autos sin patentes. De acuerdo con el abogado del gremio, Gustavo Morales, las víctimas recordaron que mientras eran agredidos, los habrían amenazado con la frase "esto es para que no te metás con Cacho". Él y Eduardo Bourlé (titular del gremio) llegaron casi de inmediato adonde se produjeron los incidentes. "Los chicos no estaban haciendo nada; repartían impresiones de un medio digital, que publicó los negocios de Cortalezzi; y como a las 11, estos se encuentran con el interventor, que los ve repartir y les dice 'aténganse a las consecuencias', y llama por su celular. Luego ocurrió el ataque", detalló el letrado.
En cambio, el legislador -en uso de licencia- relató que estaba comprándole unos botines a su hijo y que se topó con algunos dirigentes de La Bancaria que lo habrían insultado. Afirmó que entró en Café 25 para desayunar y que tuvo que quedarse allí porque a los pocos minutos comenzó la manifestación en la puerta. Durante casi tres horas, empleados de la Caja escracharon a Cortalezzi con pintadas, cánticos, huevazos e insultos. También pegaron calcomanías en la vidriera del bar con la leyenda "Usurero- Proxeneta". En los cánticos, los gremialistas también le propinaron esos y otros insultos.
Adentro, en el bar, Cortalezzi se encontraba en el segundo piso, en una mesa desde la que no se veía la calle. Allí estaba junto a su hijo de 10 años y a un colaborador. El niño tenía una bolsa de una casa de indumentaria de deportes y seguía asustado y con atención lo que ocurría. Sobre la mesa había tazas y pocillos semivacíos. El titular de la CPA dialogó algunos minutos con LA GACETA y repudió la manifestación. "El juego de ellos es que uno tenga miedo para poder acaparar los intereses económicos que tenían en la Caja. Es muy difícil que me hagan tener miedo. Pueden hacer lo que quieran y seguiré firme en la institución", había desafiado. El nene fue sacado por una clienta del lugar y entregado a su madre luego.
La Policía llegó aproximadamente una hora después de iniciada la protesta. Agentes de infantería esperaron en las cercanías del bar y, luego, formaron una valla alrededor de la entrada del local y hasta una camioneta. Bajo el sol impiadoso de la siesta, el secretario de Seguridad, Paul Hofer, medió para que Cortalezzi pudiera ser sacado del lugar sin inconvenientes. Explicó a Bourlé que se acercó al lugar porque habían visto la pelea mediante las cámaras de seguridad ubicadas en el centro. El funcionario entró y salió en varias oportunidades. Ocurre que si bien el titular de La Bancaria local garantizaba que no sería agredido, Cortalezzi quería que se retiraran del lugar. En la esquina opuesta a la del bar, Bourlé, de campera deportiva y zapatillas, y otros dirigentes intentaban contener a sus afiliados mediante una cadena humana. Algunos seguían gritando insultos. "¡Basta! ¡Aquí mando yo!", los confrontaba Bourlé para cumplir el compromiso. Cortalezzi ni se asomaba todavía y el bar estaba casi vacío.
Salida y caos
Finalmente, tras varias tratativas, la protesta comenzó a retirarse lentamente y mirando de reojo hacia el bar por la calle Mendoza (hacia Laprida). En ese momento, Cortalezzi salió literalmente disparado del interior. Pero, lejos de tomar la camioneta y retirarse, encaró hacia donde estaban ubicadas las cámaras de televisión. Allí improvisó una conferencia de prensa. Trató de "cobardes" a los gremialistas. Anunció que los denunciaría. Se desentendió de las agresiones. Y dijo que el gobernador, José Alperovich, estaba al tanto de lo ocurrido y que lo apoyaba.
Tras dar declaraciones, intempestivamente decidió ir tras el grupo encabezado por Bourlé. Con actitud altanera, Cortalezzi gritaba: "¡aquí estoy para que dialoguemos!". Alcanzó al grupo en la calle Mendoza y Laprida. Ambos estuvieron a pocos metros, pero Bourlé seguía su rumbo, de espaldas.
El abogado Morales se avalanzó sobre Cortalezzi con insultos. Policías con escudos se interpusieron entre ellos. Lo que siguió fue una batahola de forcejeos, empujones patadas y escupitajos entre los manifestantes y los uniformados. Cortalezzi dio media vuelta y comenzó a desandar el recorrido que había hecho. Los agentes se quedaron atrás para contener a la columna. Algunos trabajadores de la Caja sortearon la barrera policial y alcanzaron al interventor. Recibió patadas y una lluvia de saliva. También volaron sobre él bolsas de basura que estaban sobre las veredas. Los incidentes continuaron en caravana hasta la esquina de la Caja Popular. Cortalezzi llegó hasta la entrada de la Casa de Gobierno sobre la calle San Martín y allí recién se subió a un vehículo sin patente.
El conflicto, lejos de aplacarse, promete levantar temperatura, esta vez en la Justicia.
El enfrentamiento entre Alperovich y Carlos Cisneros (titular nacional de La Bancaria) es de vieja data. Pero, se reeditó el año pasado por el manejo del Club Caja y por los $ 170 millones del Fondo de Garantía de la CPA que tomó prestados el Ejecutivo.